Hace ya cinco años me fui de vacaciones a Irán. Fue el principio de muchas cosas. Allí nació Laloliplanet, allí cayeron muchos prejuicios y allí hice amigos que aún conservo. Os invito a conocer este increíble país, habitado por un pueblo que durante gran parte de su historia ha tenido que sufrir por culpa de sus gobernantes.
NOTA: El vídeo tiene menos resolución que la habitual porque se grabó con una camarilla digital que ya es pieza de museo. Por eso también he incluído algunas fotografías.
Años después de mi viaje a Irán no son sus espléndidas mezquitas
ni sus bellos palacios ni sus importantes sitios arquelógicos los que
alimentan mi deseo de volver a este increíble país. Su valor más
sobresaliente no es de piedra ni cobra 3000 rials en la entrada. Lo que
lo convierte en un destino imprescindible en la actualidad es su gente,
la calidez y refinamiento de un pueblo apenado por la imagen que de
ellos se tiene en el mundo occidental. Preocupado por los clichés que
viajan en las noticias, de una casa a otra, levantando muros allá donde
no debería haber otra cosa que curiosidad, interés por conocer lo
diferente a lo nuestro, por aprender qué es lo que hemos perdido
nosotros por el camino mientras en otros rincones lejanos aún lo
conservan sin saber realmente lo valioso de su tesoro.
Sí, porque viajar a Irán no sólo supone un traslado físico a un espacio lejano caracterizado por su estética islamista. Llegar hasta allí también supone abrir una puerta a la reflexión, al análisis de nuestra propia sociedad donde nadie conoce a nadie ni a nadie le importa nada más que su propio y pequeño círculo. Pasear por Irán es arriesgarse a que de repente tus esquemas se rompan, se resquebraje tu pequeño mundo de seguridades y se abra ante ti el pequeño mundo del otro. Caminar por Irán es un peligro porque puede ser que de repente te descubras en la casa particular de una familia, quizás pobre, quizás de clase media alta, ante una fuente de frutas y pasteles. Y hablar con la gente es un riesgo porque se rompen las barreras y todo lo que creías saber desaparece y te quedas sin discurso, sin panfletos.
Mirar a la gente en Irán puede ser un problema porque seguro que te devolverán una sonrisa y, lo que es peor, una pregunta. Querrán saber de dónde eres, por qué has viajado a su país en vez de a Cancún o a Bali. Si tienes hijos, si te agradan los iraníes, si necesitas ayuda. Puede incluso que se conviertan en guías imprevistos y que te lleven de aquí para allá, que te inviten a un helado, que te conviden a una cena en su casa. O incluso puede que te deseen que cada segundo de tu vida esté lleno de felicidad.
Cruzar el umbral de una casa iraní puede ser desaconsejable porque toda la familia estará allí para recibirte y honrarte como se merece un extranjero que anda lejos de su país. Romperán las barreras de los idiomas con gestos, con música, con todo lo que hace posible la comunicación. Pondrán a la mesa lo mejor que tengan y, qué se le va a hacer, lo más exquisito estará en el plato del inconsciente viajero que les visita. Tocarán melodías persas tañendo sus violas o tambours, cantarán versos de insignes poetas, servirán té acompañado de dulces. Y, cuando se abandone la casa, puede que hasta te deseen buen viaje cuando pases por debajo de un Corán que el anfitrión sujeta bajo el umbral mientras recita una oración.
No es aconsejable viajar a Irán. Porque a la vuelta, es posible que el mundo sea incómodamente más grande.
Sí, porque viajar a Irán no sólo supone un traslado físico a un espacio lejano caracterizado por su estética islamista. Llegar hasta allí también supone abrir una puerta a la reflexión, al análisis de nuestra propia sociedad donde nadie conoce a nadie ni a nadie le importa nada más que su propio y pequeño círculo. Pasear por Irán es arriesgarse a que de repente tus esquemas se rompan, se resquebraje tu pequeño mundo de seguridades y se abra ante ti el pequeño mundo del otro. Caminar por Irán es un peligro porque puede ser que de repente te descubras en la casa particular de una familia, quizás pobre, quizás de clase media alta, ante una fuente de frutas y pasteles. Y hablar con la gente es un riesgo porque se rompen las barreras y todo lo que creías saber desaparece y te quedas sin discurso, sin panfletos.
Mirar a la gente en Irán puede ser un problema porque seguro que te devolverán una sonrisa y, lo que es peor, una pregunta. Querrán saber de dónde eres, por qué has viajado a su país en vez de a Cancún o a Bali. Si tienes hijos, si te agradan los iraníes, si necesitas ayuda. Puede incluso que se conviertan en guías imprevistos y que te lleven de aquí para allá, que te inviten a un helado, que te conviden a una cena en su casa. O incluso puede que te deseen que cada segundo de tu vida esté lleno de felicidad.
Cruzar el umbral de una casa iraní puede ser desaconsejable porque toda la familia estará allí para recibirte y honrarte como se merece un extranjero que anda lejos de su país. Romperán las barreras de los idiomas con gestos, con música, con todo lo que hace posible la comunicación. Pondrán a la mesa lo mejor que tengan y, qué se le va a hacer, lo más exquisito estará en el plato del inconsciente viajero que les visita. Tocarán melodías persas tañendo sus violas o tambours, cantarán versos de insignes poetas, servirán té acompañado de dulces. Y, cuando se abandone la casa, puede que hasta te deseen buen viaje cuando pases por debajo de un Corán que el anfitrión sujeta bajo el umbral mientras recita una oración.
No es aconsejable viajar a Irán. Porque a la vuelta, es posible que el mundo sea incómodamente más grande.
7 comentarios:
Desde hace unos meses estoy conociendo más sobre Irán gracias a "fuentes no oficiales" y me alegro que la última haya sido tu vídeo.
Con el buen cuerpo que se me acaba de quedar, me voy al trabajo más contenta.
:) Gracias Ester y me alegro de las dos cosas, de que te hayas ido contenta al trabajo y de que andes curioseando sobre Irán. Ojalá algún día puedas conocerlo en primera persona y hacer un video que me alegre a mí ;)
Me ha encantado. Has cumplido dos objetivos básicos: emocionarme y crearme unas ganas inmensas de ir a Irán.
Felicidades,
Laura
Todos a Irán! Aúpa LaLoli!!! Un beso, la Piquer
Ya hace bastante tiempo que tengo ganas de visitar Iran. Tus palabras las han incrementado. Tengo la suerte de poder contar entre mis amigos con irani, dulce, encantador, amable, siempre con la sonrisa en los labios. Creo que también correría el riesgo de enamorarme de Iran y su pueblo como viaje allí.
Saludos
Hola, acabo de leer tu articulo, y me ha encantado, que sepas que yo pienso ir a iran, vivo cerca de un pueblo llamado Betanzos en España, y hace
tres meses que me he jubilado, y mi ilusión es llegar hasta vietnam en furgo, pasando por francia, italia, grecia, turquia,iran, pakistan, india etc..., de todos los paises que estoy recogiendo información, el que mas me llama la atención es iran, no se hasta donde llegaré, lo que es seguro es que llegaré a iran, lo que mas me preocupa, es que el ingles lo chapurreo, es mas mañana empiezo a ir a clases de ingles, haber si refresco un poco la lengua.
Muchas gracias por tu artículo, pero aunque no lo hubiera leido, ya hace tiempo que lo tenía claro a donde no iba a dejar de ir. Gracia de nuevo, si quieres darme alguna sugerencia, ya tienes mi correo. Saludos. Salva
Muchas gracias Salva por tu mensaje. No dejes de ir a Irán; realmente es una joya de país y su gente es maravillosa. Saludos.
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