Kioto no es una ciudad que enamore a primera vista. Esto es mejor saberlo antes de poner el pie en ella para no llevarse chascos. Eso no significa que no merezca tiempo ni dedicación. Muy al contrario, dos días no son suficientes para descubrir y disfrutar de sus joyas. No en vano, es la ciudad del país que acumula mayor patrimonio artístico. Pero sus encantos, o la mayor parte de ellos, se esconden tras muros y fachadas. El templo de Koyamizudera es uno de sus edificios más emblemáticos y está especialmente bonito en la primavera y el otoño, cuando los cerezos y los arces hacen respectivamente que luzcan más bello. Desde este templo hasta el parque de Maruyama se localizan algunas de las calles más fotogénicas -y más transitadas- de Kioto, ya que aquí se puede uno imaginar perfectamente cómo era la ciudad antes de la II Guerra Mundial.
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Hace 10 meses
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